Metamorpho

Desde la seguridad, fuera de mis aposentos, mis palabras, impronunciables para mis propios labios. Mi renuncia a todo en aquellas tierras, la tinta, gotea sobre mi piel, marcando la estirpe de un desagradecido, al menos así lo pinta el genio creativo de algunos cuentos. No puedo olvidar, porque no lo deseo, las veces que fuiste un ángel en mi propio infierno, un infierno en el que sutilmente te incluí, pues me era necesario regir con un alma amiga en aquella condena. Fue la primera vez que un ser alado entró al territorio de los nephilin, sin embargo, su existencia no podría ser longeva en las tinieblas. Al marcharte, por primera vez percibí aquel contraste, mis ojos se hicieron incapaces de penetrar en la oscuridad, las tinieblas y olor que emanan las almas con miedo se hicieron simplemente imposibles de soportar. Por mis propios métodos, me escabullí, escapando de los demonios que un día creé, pues de un instante a otro, el desagrado de hizo mutuo. El calor quemaba mis dedos en búsqueda de la luz, brotando hacia la superficie, como plantas que germinan, el resto de mi cuerpo seguía atascado, siendo engullido por mi propio peso, que amenazaba con arrastrarme nuevamente. Al salir de aquella fosa, noté cómo mi piel oscurecía bajo el ardiente sol, un tono gris, como el de las cenizas de aquellas ciudades que hoy yacen en polvo, viajando en el aire que respiran quienes hoy habitan estas tierras. Todo a mi paso, adquiría el mismo color, ennegrecía el pasto a mis pies, como una onda expansiva y lúgubre capaz de absorber la vida en cada pigmento. Sucumbí, ante la culpa, ante el sentimiento hiriente que desmantela el alma, pues a ese punto, lo sentía, el alma, eso que llamamos “dolencia de mortalidad”, me tendí al piso, con dolor, ya no proveniente de mi piel cuarteada, si no del centro de mi pecho, como un tambor, punzante, continuo, extendiéndose  por mi cuerpo centímetro a centímetro, la presión emanaba de mis ojos en forma líquida, espesa, de color vino y sabor férreo. El cielo se tornó oscuro, en él, resplandecían cientos de luces, tendido en el piso, observé y recordé el día en que caímos de las alturas fracturando nuestras alas, había olvidado aquel dolor, el mismo que ahora sentía en mi pecho. Durante la noche, el rugir de la vida invadía mis oídos, en la tierra, en el aire, la voz del viento, repitiendo historias de tierras distantes, el eco de dioses muertos, en el agua, con el cantar de su vida en ella, todo en conjunto, el universo entero cantaba de forma unísona a la vida, a la luz de los astros, al latir en sus cuerpos. Desperté, al abrir los ojos, el astro mayor, no quemaba, la luz era brillante, pero no cegadora, el cielo tan azul y claro, que entre las nubes podías observar otros mundos, gigantescos, con figuras circulares girando entre ellos. Las cenizas de mi piel, se desprendieron con cada paso, como la corteza vieja de un árbol, a mis pies crecían hilos verdes llenos de vida que florecían con la luz, por las noches un halo de luz púrpura emanaba de mi piel, como un manto lumínico encendido por la luna, aún así podía expiar en las tinieblas sin resultar dañado, pues ya no era un ser de tierras oscuras, era el idealismo producto del deseo en la mente de un ser creador, una imagen vívida de los anhelos del ser.

Amigo Edipo

Mis últimas palabras catalizaron una gran explosión, desde hace algún
tiempo, el olor narcótico emanaba de nuestros pechos, cada vez
demostrando el desagrado con sutiles distancias, quizás fue la
concentración estando en ese lugar hermético, respirando la incomodidad,
carentes de fuerza para echar afuera de nuestros pulmones, por
respeto, por temor a herirnos quizás, por prevenir lo inevitable.
Comprendo, nos desquebrajamos lentamente, como un diamante roto que no
puede volver a unirse y relucir en conjunto,
Debo disculparme por herirte, a tí y a los tuyos que más de una vez me
acogieron como uno más de la manada, pero ambos sabemos, por hechos
vividos pero inaudibles para ambos, que la felicidad del uno no
resplandece junto al otro, el diamante se ha roto. La vida me ha hecho
elegir distancias largas por tiempo indefinido, lo que me hace pensar
en el Adiós.
Librarnos uno del otro, sin rencores, pues sabemos que ambos lo
deseábamos al no hacer realidad una que otra expectativa individual o
simples caprichos de los que ahora nace el desapego de amores edipo,
de almas que no han sabido hallarse.

Shadow

Love is an open door

Dejaré la puerta abierta, por si decides pasar.

Dejaré la puerta abierta, sólo en caso de que haga frío.

Dentro, he dejado chocolates, porque me gustan y siempre tengo.

También hay té, por si gustas de tomar algo.

Está el sofá, que puedes usar a gusto, y un montón de libros e historias que puede te parezcan aburridas.

Puedes encender la luz si quieres, para mí… con la luna basta. Algunas noches la miro fijamente cuando está de buen humor, hace tililar las estrellas a su alrededor, es una buena amiga a la cual me gustaría presentarte, puede que le caigas bien. A menudo se queja de aquellos que la ofrecen sin juicio alguno, solo para impresionar, cegados a la realidad de no poderla tener.

Yo en cambio, te ofrezco lo que ya mencioné, todo a lo que estoy dispuesto y me encantaría compartir contigo.

Esta puerta, está confiadamente abierta para  tí… porque no estás en la obligación de permanecer aquí. Pero, si de algo estoy seguro, es que nada me gustaría más que decidieses quedarte.

Pandemia

     Me deshice de mis propios ojos,  de mis oidos, mis manos, mis órganos uno a uno y hasta de mis sueños. Me deshice a mí mismo en escencia y forma física, deconstruyendome por completo. Sentí, que algo no iba bien, en ellos, en todos y cada uno de ellos habían restos de esporas de algo que llamaré: “Praeiudicium Fungus”, una infección letal y asintomática para quien la padece, pues anula por completo su cuestionamiento y por supuesto, la razón.

     ¿Qué es el hombre?, si no espíritu atado a la carne, esclava de si misma y de falsas convicciones que llamamos conciencia moral. Adoptamos patrones de conducta y continuamos enfrascados en existencias que mueren y nacen de entre sus muertos para repetir un proceso infinito, aceptándo los términos y condiciones de un contrato que firmamos al nacer, siguiendo vectores de conducta sin cuestionamiento alguno.

     Líderes, ídolos, Dioses no son más que barreras, estanques de brea que separa al individuo de su propio camino a la introspecciòn, al cuestionamiento propio y por consecuente, a descubrir su propia luz. Resignar tu futuro a ellos, sus acciones, ideales y prejuicios, dejando a un lado tu ser, no es más que dejarse morir en la déspota pasividad. Con tus restos, yacen fétidos aquellos ideales y sueños que jamás vieron luz.

Un sueño vívido.

He tenido un sueño en el que nuestras almas se han tocado. Yacíámos, sobre aguas cálidas, sin nada más que el mar de tus ojos. Pues el resto del mundo teñía de blanco y sin sonido alguno, fui consciente que era un sueño, un fragmento de la vida que en algún momento deseamos tener, que nos hubiese encantado vivir. Decidí quedarme un poco más, reposar contigo en mis brazos, quién sabe cada cuánto tiempo nuestra mente puede deleitarnos recreando situaciones tan anheladas, tan vívidas hasta para los conscientes de que no existe manera física de hacer realidad.

Es simplemente hermoso como la mente puede recrear tu voz, hasta con el paso de los años, como aún esta genera calidez a los oídos. Caí dormido dentro del mismo sueño, oí cánticos en lenguas hindúes, el incienso era intenso, con un gusto que jamás había percibido antes. Tu voz, vibrante sobre mi pecho pronunció unas palabras, conjugando: “Cómo me amarías?, si estuviésemos otra vez”, (haciendo referencia a vivos o en realidades distintas).

Honestamente una parte de mí conocía este ser, le extrañaba y se alegró intensamente al oírle, al sentir su rostro sobre mi pecho, al entrelazar sus dedos con los míos, pero yo no tenía idea alguna, mi consciencia actual desconoce de esa imagen. Sin embargo, sus palabras me hacían pensar, indagar aún dentro del sueño, más aún al comprender la imagen en mi mente de sus palabras. ¿Cómo amarías otra vez?, sería la pregunta más adecuada.

Encontrar una explicación lógica o mística me fue irresistible, quizás en efecto podría ser un recuerdo de alguna vida anterior, pero ubicándonos en tiempo presente, ¿cómo podría ser útil?, ¿cómo podemos nuevamente “amar”?, de forma tan vívida como la primera vez. Recordé a fragmentos la leyenda de Kamadeva, quizás por los cantos unísonos y el hipnótico olor herbal. La leyenda dice que Shiva regresa al mundo terrenal sólo el espíritu de Kamadeva, permitiéndose existir de forma psíquica y no carnal, pues notó imposible la vida sin idealizar amor por su doncella Parvati, sin embargo la existencia física de Kamadeva, desencadenaba la lujuria, la pérdida de ideales y del ser. Razón por la cual borró su imagen física y sólo regresó al mundo su esencia espiritual.

Como seres humanos no podemos borrar memorias de nuestra mente, no podemos simplemente tomar una copa con aguas del río Lete y beber a fondo para olvidar y vivir cada instante de forma tan intensa como si fuese la primera vez. Pero si podemos de alguna forma sanar heridas que algunas veces necesitan más que tiempo, no me atrevo a decir exactamente qué requiere cada ser humano para sanar las heridas que algún vínculo haya causado al momento de separarse, pero la capacidad de comprensión mutua y de perdonar es indispensable para ello. El alma encallese, como las manos de quien ha tenido una vida dura.

Lo mismo le ocurre al corazón, dificultando su latir, pero siempre será tu trabajo limar tus propias asperezas (cuando hagas contacto con ellas). No te odies por amar a quien te ha herido, perdona, perdónate, permítete vivir, sentir de nuevo. Ya conoces patrones erráticos que pueden volver a pararse frente a tí y endulzar tus sentidos como Kamadava, pero mantente siempre despierto, siempre vivo. Pero sobre todas las cosas, desecha el daño, no es necesario conservarlo para entender cómo amar, otra vez.

Kamikaze

     ¿Y qué si volamos?, si nos escapamos de éste mundo, nos lanzamos a ese vacío insonoro y oscuro, donde no haya más que el eco de los pensamientos, porque hasta la voz misma se desfragmenta desapareciendo en el. ¿Y qué si despertamos?, viendo que jamás hubo presencia de alguien más, que fue quizás la soledad ensimismada que adoptó una forma, cansada de si, cansada de ser, de estar, de existir sin otra compañía más que la suya propia. Pero… resulta cruel pensar que solo existe oscuridad. ¿Y si es sólo una etapa?, como una carretera abandonada para llegar a  algún destino. ¿Somos tan valientes para dar el salto en suma sincronía y encontrarnos?, ¿Para fijarnos un plan, una vez complementados?. Quizás nos aterra que algo salga mal, quedarnos en el vacío, sin siquiera estar seguros de a dónde se dirigen nuestros pasos. De cualquier manera, solo hay una forma de saberlo.

Náufrago

I

 Hermosos aunque vulgares son nuestros encuentros.
Placer y culpa.
Cual amante oculta por un matrimonio te llevo, sin contar el no compartir con la luz nuestras aventuras . Tú allí, inerte, esperando mi sed de tí, sólo para una vez más llevarte  a mí boca, hundirme en tí y despertar a tus orillas, siendo un náufrago de tus caricias.

II

     Apenas tocò mi lengua, todo se transformò en hilos de luz. Pude sentir su sabor fuerte hasta en la piel, mis poros emanaban su aroma, abrièndose para recibirle y entregarse a èse mar de eufória, capaces de dejar mi cuerpo indefenso a merced de sus fuerzas. Flotando en un lugar que cadece de sentido el preguntar su ubicaciòn estando allì.

Incorpóreo.

Para cuando abrí los ojos, el viento soplaba suave, como la caricia de un ser amado sobre el rostro, el aire estaba impregnado del estimulante olor de las naranjas. Fijé mi rostro al cielo y era brillante, azul, un azul que sólo provocaba el deseo de poder tocarlo, de volar hasta el, de llegar al sol, un sol tan brillante y cálido que por primera vez no quemaba. Y… la sed, ¿qué era la sed?.

 

Profugos

     Me disculpo por la forma invasiva y explícita expresión de lascivo salvajismo. Podría justificarlo al entorno etílico en que ocurrió todo, pero ambos sabemos que sólo sirvió de catalizador en una mezcla de conceptos, percepciones y expectativas un tanto utópicas. Jamás he tenido un concepto claro de lo que me gusta o apasiona, quizás por ello divago por momentos en la vida, dejándome cautivar por alguno de sus tantos matices y perdiéndome por completo en un instante que pudiese llegar a gustarme, como tu genialidad y sutileza oculta en una fachada algo tosca, la forma en que entregas todo por instinto a quienes amas y una mente abierta a todo entendimiento (además del dón para condimentar carnes) son características que te hacen un individuo distinguible. Quise explorar un poco más allá de ello, He irrespetado ciertos límites en un acto de hedonismo bastante avaro y realmente pido disculpas por ello. Me he tomado la molestia de ordenar mi mente palabra por palabra en este escrito, pues lamentaría mucho que mis actos libertinos pudiesen menguar vínculos. Decir que fue algo terrible sería una vil mentira (a mi percepción), no puedo permitirme tal hipocresía para conmigo mismo, ni vivir cual vampiro de Anne Rice degustando la existencia humana cada vez que me sienta cautivado por un alma brillante, pero lo intento cada día en este jardín salvaje que llamamos vida.

Espero no haber causado graves molestias, gracias por comprender, siempre.