Pandemia

     Me deshice de mis propios ojos,  de mis oidos, mis manos, mis órganos uno a uno y hasta de mis sueños. Me deshice a mí mismo en escencia y forma física, deconstruyendome por completo. Sentí, que algo no iba bien, en ellos, en todos y cada uno de ellos habían restos de esporas de algo que llamaré: “Praeiudicium Fungus”, una infección letal y asintomática para quien la padece, pues anula por completo su cuestionamiento y por supuesto, la razón.

     ¿Qué es el hombre?, si no espíritu atado a la carne, esclava de si misma y de falsas convicciones que llamamos conciencia moral. Adoptamos patrones de conducta y continuamos enfrascados en existencias que mueren y nacen de entre sus muertos para repetir un proceso infinito, aceptándo los términos y condiciones de un contrato que firmamos al nacer, siguiendo vectores de conducta sin cuestionamiento alguno.

     Líderes, ídolos, Dioses no son más que barreras, estanques de brea que separa al individuo de su propio camino a la introspecciòn, al cuestionamiento propio y por consecuente, a descubrir su propia luz. Resignar tu futuro a ellos, sus acciones, ideales y prejuicios, dejando a un lado tu ser, no es más que dejarse morir en la déspota pasividad. Con tus restos, yacen fétidos aquellos ideales y sueños que jamás vieron luz.

Leave a comment